07 marzo 2007

VUELVAN A MI DE TODO CORAZON








El rincón del Catequista
Arquidiócesis de Tlalnepantla Segunda vicaría Año 1, Número 9. Marzo 2007.

“Vuelvan a mi de todo corazón”
Joel 2,12
"Los discípulos fueron a preguntarle a Jesús: ¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?
Él respondió: Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: El Maestro dice: se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos. Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua." Mt. 26, 17-19

Hemos iniciado hace unos días el tiempo de Cuaresma mediante el rito del Miércoles de Ceniza. La Cuaresma es un camino que nos prepara para celebrar el misterio más profundo de nuestra fe: la muerte y la resurrección de Nuestro Señor. El camino de la Cuaresma no tiene sentido si no ponemos nuestros ojos en la Pascua, en ese tránsito de la muerte a la vida.

Transito en el cual no debemos quedarnos como meros espectadores, sino caminar con Jesús para dar con Él el paso de la muerte a la Vida, pasar de una sociedad que vive en el engaño, el odio, el egoísmo, la corrupción, a una sociedad más justa, solidaria y comprometida con los más desprotegidos. Este camino debe estar asistido por tres elementos: la escucha atenta de la Palabra de Dios, la vivencia de los sacramentos, en especial la Reconciliación y la Eucaristía y la práctica del ayuno, la oración y la caridad. El presente boletín contiene la última parte del artículo en el que hemos ido conociendo el Directorio General de la Catequesis. Agradecemos infinitamente a Alejandra Granados su valiosa cooperación.

También queremos recomendarles la siguiente página de Internet en la que encontrarán bastante material para preparar sus catequesis durante este tiempo de Cuaresma: http://www.buenasnuevas.com/recursos/cuaresma2007.htm Que el Señor de la Vida nos bendiga a todos durante este tiempo especial que nos da la Iglesia para prepararnos para encontrarnos con Él.
Equipo Coordinador.

(…Continuación del número anterior)

A modo de conclusión parece oportuno hacer una breve referencia a las finalidades, destinatarios y empleo del texto.

La finalidad del Directorio General para la Catequesis, corregido en 1977, es naturalmente la misma que perseguía el texto de 1971. De hecho pretende proporcionar los "fundamentales principios teológico-pastorales, tomados del Magisterio de la Iglesia y más especialmente del Concilio Ecuménico Vaticano II, con arreglo a los cuales puede orientarse y coordinarse más adecuadamente la acción pastoral del ministerio de la Palabra" y, concretamente, la catequesis.

La intención fundamental era y es ofrecer reflexiones y principios, más que aplicaciones inmediatas o directrices prácticas. Semejante camino y método se ha adoptado sobre todo por la siguiente razón: sólo comprendiendo rectamente desde el principio la naturaleza y los fines de las catequesis, así como las verdades y valores que deben transmitirse, podrán evitarse defectos y errores en materia catequética.

Es competencia específica de los episcopados la aplicación más concreta de estos principios y enunciados, mediante orientaciones y directorios nacionales, regionales o diocesanos, catecismos y por todo otro medio estimado adecuado para promover eficazmente la catequesis.

Destinatarios del Directorio son principalmente los obispos, las Conferencias Episcopales y en general cuantos, bajo su mandato y presidencia, tienen responsabilidades en ámbito catequético. Naturalmente, el Directorio puede constituir una herramienta válida para la formación de los candidatos al sacerdocio, la formación permanente de los presbíteros y la formación de los catequistas.

Una finalidad inmediata del Directorio es ayudar a la redacción de los directorios catequéticos y de los catecismos locales. Conforme a la sugerencia recibida de muchos obispos, se incluyen numerosas notas y referencias, que pueden ser de gran utilidad para la elaboración de los mencionados instrumentos.

Como el Directorio está destinado a las Iglesias particulares, cuyas situaciones y necesidades pastorales son muy variadas, resulta evidente que sólo han podido tomarse en consideración las situaciones comunes o intermedias. Lo mismo sucede cuando se describe la organización de la catequesis en sus distintos niveles. Al emplear el Directorio téngase en cuenta esta observación. Como ya se indicaba en el texto de 1971, ello resultará insuficiente en las regiones donde la catequesis ha podido alcanzar un alto nivel de calidad y de medios, apareciendo tal vez excesivo en aquellos lugares en los que aún no ha podido experimentar ese progreso.

Al publicar el presente documento, nuevo testimonio de la solicitud de la Sede Apostólica hacia el ministerio catequético, se expresa el voto de que dicho texto sea acogido, examinado y estudiado con gran atención, tomando en consideración las necesidades pastorales de cada Iglesia particular; y que pueda también estimular en el futuro estudios e investigaciones más profundos, que respondan a las necesidades de la catequesis y a las normas y orientaciones del Magisterio eclesiástico.

Se trata de un vehículo a través del cual se hacen pasar esas certezas que los hombres de todo tiempo y lugar necesitan para la vida y a las que tienen derecho como hijos de Dios.

Una metodología, una criteriología de transmisión inteligente, a la altura de los tiempos y de las culturas, constituye un valioso instrumento pastoral para responder a ese derecho de los fieles. Cuantos en la Iglesia somos, por oficio o por mandato, responsables de la catequesis y de la predicación, hemos de poder proporcionar adecuadamente respuestas claras acerca de las verdades ciertas de la fe, y respuestas responsables a los problemas abiertos y objeto de discusión.

Con la presente herramienta se favorece además la oferta de los contenidos objetivos de la fe católica en la interioridad psicológica y afectiva del "yo" de cada uno. No es suficiente, en efecto, conocer las verdades y certezas de la fe, ya que la fe en su esencia es también acto de seguimiento y de confianza en la persona de Cristo, en quien creemos.

Nuestras comunidades serán fuertes en la medida en que cada uno sabrá darse a sí mismo y ofrecer a los demás la razón del propio creer y de su propia adhesión personal a Cristo, único Redentor de todos los hombres.

Que el ejemplo de la Madre, quien llegó a estar realmente presente en el misterio de Cristo precisamente por "haber creído", nos sirva de guía y apoyo. Estar presentes en el misterio de Cristo significa dejarse determinar por este mismo misterio en nuestra forma de vida.